
Mi padre era manco.
Ya sé que ahora se dice “diversidad funcional” o “discapacidad física”.
Pero él no utilizaba esos términos y decía simplemente “soy manco”.
Lo que si le repateaba era lo de “inválido” (no válido) o “minusválido” (“menos válido”). Increíble que se utilizara durante décadas.
Mi padre medía a las personas por sus valores y por su forma de actuar, no por el número de extremidades, capacidad de visión, audición, etc….
Con esa visión trabajó en la antigua Asociación Nacional de Inválidos Civiles (ANIC, siglas que los mayores del lugar reconocerán por los sellos de antaño) que llegó a presidir logrando que sus funciones se integraran en el Ministerio de Sanidad y Seguridad Social, y dentro de él a la Dirección General de Servicios Sociales.
Por eso, le hubiera alegrado saber que “la empresaza” en la que trabajo (que es como él llamaba a Telefónica) va a duplicar el número de empleados con discapacidad a nivel global en los próximos dos años.
En conclusión la total integración del colectivo en el mundo laboral empezó hace mucho tiempo y no acabará hasta que las organizaciones tengan claro que
𝗘𝗹 𝘁𝗮𝗹𝗲𝗻𝘁𝗼 𝗱𝗲 𝗹𝗮𝘀 𝗽𝗲𝗿𝘀𝗼𝗻𝗮𝘀 𝗲𝘀 𝗹𝗼 𝘂𝗻𝗶𝗰𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗶𝗺𝗽𝗼𝗿𝘁𝗮.
#Talentosinmás