
En el entorno profesional, muchos rinden su identidad a lo que la gente espera de ellos.
En Juego de Tronos, Arya Stark tenía claro que no iba a cumplir las expectativas que otros habían depositado en ella. Le dijo a su padre que no quería usar vestidos, ni aprender a coser o cantar.
Ella quería combatir.
También se lo dejo meridianamente claro a su hermana, cuando descubrió el poder de los rostros: “El mundo simplemente no deja que las niñas decidan lo que van a ser, pero yo puedo ahora”.
Incluso con su venganza completada, Arya no está dispuesta a ceder su naturaleza independiente cuando Gendry le pide que se convierta en su esposa y sea la dama de las Tierras de la Tormenta.
“𝗡𝗼 𝘀𝗼𝘆 𝘂𝗻𝗮 𝗱𝗮𝗺𝗮. 𝗡𝘂𝗻𝗰𝗮 𝗹𝗼 𝗵𝗲 𝘀𝗶𝗱𝗼. 𝗘𝘀𝗮 𝗻𝗼 𝘀𝗼𝘆 𝘆𝗼” le respondió.
Por eso, si alguien se atreve a decirte quien debes ser, como debes pensar o actuar, responde como Arya a Siryo Forel, su maestro de esgrima, cuando este le preguntaba “¿Qué le decimos al Dios de la Muerte?”
“𝗛𝗢𝗬 𝗡𝗢”
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