Hoy casi me atropella un coche en el lugar más inesperado: un paso de cebra. 🤸♂️ 🚗- – – – – – –
Yo he hecho lo natural en estos casos, dar un inverosímil brinco que, lejos de ponerme a salvo de vuelta en la acera o fuera de la trayectoria del coche en cuestión, me dejó exactamente en el mismo sitio en el que estaba. Solo que a la pata coja y estirando el brazo como si lo que llevara en la mano pudiera detener el impacto. En este caso, unos muffins. Era como si invitara a desayunar al conductor kamikaze.
Cuando recobré la compostura, ví al conductor chillándome con el rostro congestionado. La culpa era mía por estar en el paso de cebra, claro. Sus dos hijos me miraban desde el asiento trasero con cara de estar diciéndome “No sabes lo que tenemos que aguantar en casa”.
En una fracción de segundo, varias respuestas han pasado por mi cabeza. Acordarme de dus antepasados lejanos y recientes. Lanzarle los muffins al parabrisas. Escupirle al capo. Darle una patada al retrovisor.
Pero no he hecho nada de eso. He sacado el móvil y he escrito este post mientras caminaba hacia mi casa.
Podría haber escrito un texto indignado, pero ¿a dónde lleva prolongar el amargor. Prefiero eliminar el recuerdo riéndome del asunto.
Locos hay muchos; unos al volante de un país y otros, al de su coche. Los primeros invaden países y los segundos, pasos de zebra. Mejor ser selectivo o nos pasaremos del día consumidos por la indignación.
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